¿Por qué escribimos?

Hay quienes desembarcaron en el mundo de la literatura por vocación, por el placer de la lectura o porque encontraron, casualmente, un lugar donde depositar vivencias diarias e historias personales. Ahora escriben por necesidad vital o como forma de ganarse el sustento.

¿Para qué escribir? ¿Para qué decir? Para comprender. Para rebelarse. Para amar y redoblar la apuesta. Para ir más allá, para recorrer. También por menester, por temor, por dinero. Por perdurar, porque no todos saben iluminar el paso si no es a través de las palabras. Para dar argumento de vida. De la propia y las ajenas. 

Escribir tiene una fundamentación psicológica, aquieta y calma. Es un recurso que vale para sacar afuera las dificultades y los sentimientos, es un consuelo. Poner en palabras es mostrar un poco lo que llevamos dentro. Alivia en todas las situaciones porque escribir se parece a leer: te da la oportunidad de reír y llorar al mismo tiempo.

¿Qué es eso que queremos contar al mundo?

La escritura es, muchas veces, fracaso y ganancia. Entonces, ¿por qué de igual manera nos adentramos en ese terreno a riesgo de perder? Por la necesidad de comunicar. Y de trascender con nuestro testimonio.

Hay personas que hoy no se tendrían presentes si no fuera por los textos que dejaron, y eso no se limita al ámbito del arte, también sucede en el círculo más cercano con cartas o manuscritos de un familiar que tenemos la necesidad de inmortalizar -como una manera de hacerlo eterno- sabiendo que en el mismo acto estaremos dejando la huella de lo emprendido.

Para cumplir un sueño

Nuestra memoria tiene una capacidad limitada, sin embargo, la de escribir es extensa. No hay límites para nuestra imaginación desbordada de imágenes y secuencias. A veces, esa urgencia de exponer lo que palpita en nuestro interior, viene de años atrás cuando esa fantasía era solo una idea. Esa es una de las motivaciones más frecuentes que se nombran al momento de explicar por qué deseamos expresarnos en papel: para cumplir un sueño. Escribimos para tirar del ovillo en el presente y en el futuro, recogerlo. 

Una persona puede tener muchos anhelos, algunos pueden ser inaccesibles, pero escribir y publicar no lo es. Llevarlo a cabo solo depende de nosotros.

Todas las razones, todas las respuestas para los anteriores interrogantes, son válidas.

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