Me gusta esta época del año. La tradición de agradecer me hace sentir bendecida por un ciclo que estuvo lleno de riesgos y de recompensas.
Uno de los más intensos que recuerdo pero que también me deja el sabor de sentir que mi trabajo valió la pena.
El balance es más que positivo. Mi marca Libella sobrevoló los sueños de aquellos autores independientes que decidieron publicar en mi editorial y eso es un placer que no podré abarcar en una publicación.
La libélula está asociada al significado de la vida en toda su profundidad. La madurez emocional y la autorrealización. Eso es lo que intento transmitir en cada paso que doy y a las personas que se acercan a mí buscando concretar un deseo.
Gracias de todo corazón por la confianza depositada en los proyectos individuales llegados a este espacio que, con mucho esfuerzo y dedicación, comienza a dar sus frutos.
Yo también tengo un anhelo profundo y personal: que sigamos creciendo juntos, que pueda brindarles siempre la palabra justa y devolverles un poco del cariño que me ofrecen.
Los celebro e invito a que, como la libélula, impulsen sus alas hacia un año de prosperidad y buena fortuna.